Santantonà de Forcall
Como un fuego griego
En pleno incendio de la barraca, los forcallanos giran en torno a ella, según la tradición, tres veces. Buscan así la purificación y la fertilidad a las puertas de la primavera. San Antonio es llevado atado a la hoguera y su lucha es patente en la cuerda tensada entre el bien y el mal. Es inevitable atender a la domesticación del fuego hasta el punto de usarlo para representar la muerte misma.
El fuego consigue alumbrar en la noche oscura la fiesta, además cobija del frío en las tierras de Els Ports, ya que –aunque a punto de consumirse– el invierno no ha acabado aún.
Mientras la barraca se construye en un parsimonioso proceso que se cuece a fuego lento, la pequeña hoguera adyacente es la perfecta excusa para mantener unido al pueblo en torno a los preparativos en la plaza mayor.
La llama domesticada en un hachón, como si de un fuego griego se tratara, prenderá la barraca. En breves instantes la arquitectura del fuego se hace patente. El ramaje se consume sepultando las últimas huellas de quienes se atrevieron a atravesar el interior de la barraca. Finalmente sobre una playa de cenizas, las botargas derrotadas quedan pensando en el año venidero.